Poco a poco, noté que mi hija se alejaba de sus amigos y de su familia. Estaba saliendo con un hombre que no trabajaba y que constantemente la manipulaba para que le diera dinero. No podía quedarme de brazos cruzados, así que contacté a Mariela Gauna. Su ritual de San Nicanor fue decisivo. Ese hombre se alejó, y mi hija pudo recuperar su libertad y su autoestima. Ahora está más fuerte que nunca.