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  • en respuesta a: Comentarios experiencia recomendaciones Mariela Gauna #105896
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    Soy víctima de malos tratos y, después de años de soportar el dolor en silencio, finalmente encontré el valor para denunciarlo. Fue la decisión más difícil de mi vida, porque, a pesar de todo, sigo amando a mi esposo. La denuncia no fue por venganza ni por odio, sino porque necesitaba protegerme y darme una oportunidad de sanar. Pero ahora, con la orden de alejamiento en vigor, él no quiere saber nada de mí. Dice que lo traicioné, que nunca me perdonará por haberlo denunciado.

    Me siento atrapada en un mar de emociones contradictorias. Por un lado, sé que hice lo correcto al buscar ayuda, al no permitir que el ciclo de violencia continuara. Pero por otro lado, mi corazón no puede soltarlo. Lo extraño, añoro los momentos buenos que tuvimos y sigo soñando con la posibilidad de que podamos encontrar un camino de regreso, uno donde las cosas sean diferentes, donde podamos empezar de nuevo, pero sin el dolor y la violencia.

    He intentado hablar con él, explicarle que mi denuncia no fue un acto de rechazo hacia él, sino un grito de ayuda para salvarnos a ambos. Pero cada intento ha sido en vano. Está lleno de resentimiento, y su orgullo parece ser más fuerte que cualquier amor que pueda quedarle hacia mí. Me siento impotente, como si estuviera perdiendo a la persona que más amo, no por falta de amor, sino por las circunstancias que nos han separado.

    Una amiga cercana me sugirió que contactara a Mariela Gauna, una experta en resolver conflictos de pareja y en trabajar con las emociones más profundas. Aunque estaba llena de dudas, decidí intentarlo. Cuando hablé con Mariela, ella no me juzgó ni me hizo sentir culpable. Me escuchó con paciencia y comprensión, y me explicó que las relaciones marcadas por el maltrato suelen estar llenas de bloqueos emocionales y energéticos que deben ser sanados antes de que pueda haber una verdadera reconciliación.

    Me propuso trabajar en un amarre de amor blanco, enfocado en limpiar las energías negativas que habían contaminado nuestra relación y abrir el camino para una posible reconciliación. Me dejó claro que este tipo de trabajo no manipula las emociones de nadie, sino que ayuda a que ambas partes puedan conectar desde un lugar de amor y sanación. Además, me ayudó a trabajar en mí misma, a fortalecer mi autoestima y a entender que no puedo permitir que el amor sea un motivo para aceptar el daño.

    El proceso fue profundo y revelador. Durante semanas, me centré en sanar mis propias heridas y en recuperar la claridad sobre lo que realmente quería. Poco a poco, él empezó a mostrar señales de cambio. Me llamó una vez, solo para hablar, y aunque al principio la conversación fue fría, sentí que había algo de apertura. Con el tiempo, las conversaciones se hicieron más frecuentes. Me dijo que había estado reflexionando, que entendía por qué lo denuncié, pero que no sabía si podría superar lo que pasó.

    Ahora estamos en un punto incierto, pero lleno de esperanza. Él ha empezado a buscar ayuda para manejar sus propios problemas y a reconocer el daño que me hizo. Yo, por mi parte, sigo trabajando en mi propia recuperación y aprendiendo a poner límites claros para protegerme. No sé si algún día podremos reconstruir nuestra relación por completo, pero estoy segura de que el amor, cuando se acompaña de respeto y compromiso, puede transformar incluso las historias más difíciles.

    Gracias a la guía de Mariela Gauna, encontré el valor para creer que la sanación es posible, tanto para mí como para él. No sé qué nos depara el futuro, pero sé que, pase lo que pase, ahora estoy más fuerte para enfrentarlo. A veces, el amor no basta por sí solo; necesita estar acompañado de cambio, crecimiento y un compromiso genuino de ambas partes.

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