Después de varias decepciones amorosas, decidí intentar un amarre de amor. Con fe, visualicé lo que quería y lo manifesté. En pocos días, esa persona se acercó, y nuestras conexiones se reavivaron. Estoy asombrado por la rapidez con la que todo sucedió. La fe transforma y a veces todo lo que necesitamos es nunca rendirnos.