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Habíamos estado casados por más de diez años. Teníamos una vida aparentemente estable, una familia hermosa y un hogar lleno de recuerdos. Pero algo empezó a cambiar. Mi esposa comenzó a distanciarse, a pasar más tiempo fuera de casa, y las excusas comenzaron a acumularse. Al principio, no quise creerlo, pero una noche, la realidad me golpeó: descubrí que me estaba siendo infiel.
Fue un dolor indescriptible, una mezcla de rabia, tristeza y culpa. Me preguntaba si mis propios errores habían contribuido a que nuestra relación llegara a ese punto. Pero al mismo tiempo, no quería rendirme. A pesar de la traición, sabía que aún la amaba y quería luchar por nuestra familia.
Fue entonces cuando alguien me habló de Mariela Gauna y del ritual de la Inmaculada Concepción. Con escepticismo, pero con la esperanza de salvar mi matrimonio, decidí intentarlo. Mariela me explicó cómo el ritual trabaja con las energías del amor puro y puede ayudar a sanar heridas profundas y reconectar almas que parecen perdidas.
Desde que comencé el ritual, las cosas han comenzado a cambiar. Mi esposa, quien había dejado de comunicarse conmigo, empezó a buscarme. Al principio, eran mensajes cortos, luego llamadas más largas. Poco a poco, hemos empezado a hablar de los errores de ambos y de lo que realmente queremos para el futuro.
Aunque aún hay mucho por trabajar, siento que estamos en el camino correcto. Este proceso me ha enseñado no solo a perdonar, sino también a valorar lo que teníamos y a luchar por lo que todavía podemos construir. Ahora, con las fiestas tan cerca, tengo la esperanza de que podamos pasar esta Navidad juntos, como la familia que siempre soñé que fuéramos.
