Cuando contacté a Mariela Gauna, lo hice en un momento de desesperación. Mi matrimonio de más de quince años estaba apagado, casi como si fuéramos dos extraños viviendo bajo el mismo techo. Mi esposo ya no me miraba como antes, nuestras conversaciones eran mecánicas y la intimidad prácticamente había desaparecido. Sentía que estaba perdiendo todo lo que habíamos construido juntos.