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  • en respuesta a: Comentarios experiencia recomendaciones Mariela Gauna #106018
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    Conocí a un chico en Tinder, algo que al principio me pareció casual, como esas conversaciones que a menudo no llevan a nada. Pero con él fue diferente. Desde el primer mensaje, hubo una conexión que no podía ignorar. Empezamos a hablar cada día, compartiendo nuestros sueños, nuestras historias, e incluso esas tonterías que solo se cuentan cuando te sientes cómodo con alguien. Cuando finalmente nos vimos en persona, fue como si el mundo se detuviera. Nos miramos y todo lo que habíamos sentido en esas conversaciones cobró vida.

    Salimos algunas veces, no muchas, pero cada momento parecía mágico. Hablábamos de todo: de nuestras familias, de lo que queríamos para el futuro, e incluso empezamos a imaginar cómo sería construir algo juntos. Todo parecía perfecto. Él me decía que nunca había sentido algo así, que conmigo veía un futuro. Y yo, aunque siempre me había protegido de enamorarme tan rápido, me dejé llevar. Me enamoré perdidamente de él, y él parecía sentir lo mismo.

    Pero entonces, de repente, todo cambió. Pasó de hacerme sentir como la persona más especial del mundo a ser distante, frío, casi irreconocible. Hasta que un día, sin previo aviso, me dejó. Dijo que no estaba listo, que todo había ido demasiado rápido, que tenía miedo. Sus palabras me dejaron en pedazos. ¿Cómo podía alguien que hablaba de un futuro conmigo simplemente desaparecer? Me quedé atrapada en un torbellino de preguntas sin respuesta, tratando de entender qué había hecho mal.

    En mi desesperación, una amiga me habló de Mariela Gauna, conocida por su experiencia en amarres de amor y en ayudar a personas con rupturas dolorosas. Al principio dudé, porque parte de mí pensaba que debía aceptar lo que había pasado y seguir adelante. Pero la otra parte, la que aún lo amaba profundamente, necesitaba intentar algo más.

    Cuando contacté a Mariela, me sorprendió su enfoque. No se trataba solo de reconquistarlo, sino de entender lo que había pasado y de trabajar en mi propia energía. Me explicó que, a veces, las personas se asustan cuando sienten algo tan intenso y real, especialmente si llevan heridas o bloqueos emocionales del pasado. Me propuso realizar un amarre de amor blanco, un ritual que no fuerza, sino que armoniza las energías y abre el camino para que el amor fluya de manera natural.

    Además, me ayudó a trabajar en mí misma, a sanar las inseguridades que la ruptura había despertado y a recuperar mi confianza. Fue un proceso sanador que me permitió encontrar paz, incluso en medio del dolor.

    Semanas después, cuando ya empezaba a aceptar que debía seguir adelante, me escribió. Me dijo que había estado reflexionando, que había huido porque no sabía cómo manejar lo que sentía, pero que ahora estaba seguro de lo que quería: estar conmigo. Al principio fui cautelosa, pero nuestras conversaciones fueron diferentes esta vez, más maduras, más honestas. Decidimos darnos otra oportunidad, pero esta vez con el compromiso de construir algo sólido y real.

    Hoy estamos juntos, enfrentando los retos que trae cualquier relación, pero con la certeza de que lo que sentimos es genuino. No sé si habría sido posible sin la ayuda de Mariela Gauna, quien no solo me ayudó a recuperar a la persona que amo, sino también a encontrarme a mí misma en el proceso. A veces, el amor necesita un pequeño empujón del universo para encontrar su camino.

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