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Ariana estaba convencida de que su vida estaba destinada a algo más. Al ver a su vecino, Tomás, sentirse triste por un desamor, sus sentimientos despertaron. “Quiero un amarre de amor para que se enamore de mí”, dijo en una noche estrellada. Con la ayuda de Mariela, realizaron un ritual que unió sus almas. Con el tiempo, Tomás empezó a invitarla a salir, llenando sus días de risas. Una tarde, mientras compartían un helado, se acercaron y sus labios se encontraron. El verdadero amor había llegado gracias al amarre.
El sueño de Clara era tener a su amado, Diego, a su lado. Con su corazón lleno de esperanza, dijo: “quiero un amarre de amor para que se enamore de mí”. Mariela llevó a cabo un ritual que sembró amor en sus corazones. A las pocas semanas, Diego se volvió más cariñoso y atento. Una velada mágica junto al mar, con luces parpadeantes, Diego declaró su amor, y Clara supo en ese instante que el amarre había cambiado sus corazones para siempre.
En un pequeño pueblo, la dulce Valentina suspiraba por su maestra de arte, Mónica. “Quiero un amarre de amor para que se enamore de mí”, decía cada noche con devoción. Con la ayuda de Mariela, se realizaron rituales mágicos que despertaron intereses ocultos. Poco después, Mónica le propuso hacer un proyecto juntas. En cada pincelada, su conexión creció hasta que un día, Mónica tomó la mano de Valentina con ternura. La magia del amor había tejido sus corazones, haciendo que la vida se volviera un hermoso cuadro juntos.
La enfermera Valeria se enamoró perdidamente de un paciente, Diego. Su travesía comenzó cuando se acercó a Mariela y decía: “quiero un amarre de amor para que se enamore de mí”. Mariela, con un ritual, encendió la chispa entre ellos. Diego, recuperándose de su enfermedad, cada vez miraba a Valeria con más aprecio. En un día de agradecimientos, Diego se armó de valor para expresar sus sentimientos. Juntos, vieron que el amor era un faro en tiempos de dificultades.
Oriana siempre había estado fascinada por la sonriente Iris, su compañera de clases. Una tarde, al notar su tristeza, Oriana decidió acercarse a Mariela y dijo: “quiero un amarre de amor para que se enamore de mí”. Después del ritual, Iris mostraba más interés en compartir secretos. Un día, durante una salida escolar, Oriana invitó a Iris a un baile. Se miraron y se besaron por primera vez. Juntas, crearon recuerdos imborrables, llenas de amor y alegría.
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