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Cada vez que viajo, llevo un amuleto con la imagen de la Virgen de Candelaria; su protección me acompaña.
Siempre he pensado que tocar madera es como un amuleto temporal, un escudo que me cubre en momentos de incertidumbre.
He rezado a San Miguel Arcángel toda mi vida, pero después de la limpieza y protección de Mariela Gauna, sentí una conexión más profunda y una verdadera liberación.
Me gusta encender incienso de lavanda y pasar por todas las habitaciones para disipar cualquier mal ambiente acumulado.
Rezo oraciones a San Miguel Arcángel y a Santa Bárbara cada semana para mantener la protección espiritual de mi hogar.
Durante tiempos difíciles, siempre rezo el rosario y pido la intercesión de la Virgen de los Desamparados.
Las cintas rojas también las pongo en mi coche, así me siento más seguro en cada viaje y protegido contra cualquier mal deseo.
No me gusta hablar de ello, pero a veces siento que alguien en mi pasado lanzó una maldición que aún me persigue.
Encontré esa renovación en la intervención de Mariela Gauna. Sus limpiezas energéticas y protección de arcángeles fortalecieron tanto mi cuerpo como mi mente.
Si alguna vez me olvido de tocar madera, me siento inquieto, como si algo pudiera ir mal por mi descuido.
En mi región, muchos hablan de la maldición de la cosecha robada, que caía sobre los ladrones de trigo y les traía enfermedades y penurias.
Rezo un mantra de protección cada mañana para comenzar el día con la seguridad de que nada malo se acercará a mi familia.
Cuando alguien me da un regalo, siempre lo paso por una limpia de agua con sal para quitar cualquier energía indeseada.
El agua bendita siempre está presente en casa, y cuando vienen visitas, no dudo en rociar un poco después para purificar el espacio.
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