Comentarios experiencia recomendaciones Mariela Gauna

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  • #105874
    XKylX08XTf
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    Gasté una cantidad absurda de dinero buscando soluciones en personas que prometían cambiar mi vida. Un supuesto brujo, que decía trabajar con energías ancestrales, me aseguró que todo se arreglaría en dos semanas, pero desapareció tras cobrar una cifra exorbitante. Luego vinieron tres videntes que parecían más interesadas en alimentar mis miedos que en ayudarme. Cada experiencia me hundía más, no solo económicamente, sino también emocionalmente. Sentía que había perdido la esperanza y, lo más doloroso, la fe en mí misma.

    En uno de esos días en los que buscaba respuestas en foros, sin mucha convicción, encontré el nombre de Mariela Gauna. Al principio, lo ignoré. Había leído tantas promesas vacías antes que no quería caer en otra trampa. Pero algo me llamó la atención: los testimonios sobre ella eran diferentes. Las personas no hablaban de resultados inmediatos ni de milagros. Hablaban de su honestidad, de su cercanía y de cómo les había guiado hacia soluciones reales, aunque no siempre fuesen las que esperaban escuchar.

    Con dudas y mucha cautela, decidí contactarla. Desde el primer mensaje, su manera de abordar mi situación fue completamente distinta. Mariela no prometió resolver todos mis problemas con un chasquido de dedos. En cambio, me pidió que le contara mi historia, que le explicara mis emociones y lo que realmente buscaba. Su honestidad me desarmó; fue la primera persona que me habló de lo que era posible y de lo que no, sin venderme ilusiones falsas.

    Acepté trabajar con ella, más que nada porque sentí que no tenía nada que perder. Mariela propuso un enfoque espiritual para limpiar las energías negativas que me habían acompañado durante tanto tiempo. Pero también me guió hacia algo más importante: trabajar en mi autoestima, en mis patrones emocionales y en aprender a dejar ir aquello que ya no podía controlar.

    El proceso fue lento, pero cada paso me ayudó a recuperar una parte de mí que había perdido. No solo empecé a notar cambios en mi situación, sino también en mi manera de enfrentar la vida. Lo que antes parecía un callejón sin salida, ahora se sentía como un camino lleno de posibilidades. Mariela me enseñó que la verdadera magia no está en esperar que todo cambie, sino en encontrar la fuerza para cambiar desde dentro.

    Hoy, puedo mirar hacia atrás y ver cuánto he crecido desde que decidí contactarla. Las estafas y malas experiencias que viví antes de conocerla ya no me definen. Fueron parte de un camino que, aunque doloroso, me llevó hasta alguien que realmente sabía cómo ayudarme. Mariela Gauna no solo cambió mi perspectiva, sino que me devolvió la confianza y la fe en que, incluso después de las peores decepciones, siempre hay una manera de salir adelante.

    Si alguna vez te has sentido como yo me sentí, perdida y sin saber a quién acudir, no puedo recomendar lo suficiente a Mariela. Ella no solo es una profesional excepcional, sino una persona genuina que realmente quiere ayudarte a encontrar tu camino, incluso cuando todo parece perdido.

    #105883
    fs1pGQJ8
    Miembro

    Sufrí muchas estafas y malas experiencias antes de conocer a Mariela Gauna. Durante años, busqué ayuda en el mundo esotérico, tratando de solucionar problemas en mi vida amorosa y personal. Pero cada intento terminaba peor que el anterior. Me prometían resultados inmediatos, cambios milagrosos, y yo, desesperada, confiaba en sus palabras. A cambio, solo recibía decepciones y, en muchos casos, un vacío aún más grande en mi corazón.

    Fue en uno de esos momentos de desesperación cuando, navegando por foros en busca de una última oportunidad, encontré el nombre de Mariela Gauna. Lo que me llamó la atención no fue solo la cantidad de opiniones positivas sobre ella, sino el tono de los testimonios. No eran exagerados ni parecían promesas imposibles. Eran personas que hablaban con sinceridad, que describían su experiencia como algo real y significativo.

    Leí historias de personas que, como yo, habían perdido la confianza después de tantas malas experiencias, pero que encontraron en Mariela a alguien diferente. Lo que más me impactó fue cómo muchos decían que ella no vendía ilusiones ni prometía lo imposible. Al contrario, era honesta, incluso cuando las respuestas no eran las que querían escuchar.

    Decidí contactarla con cautela, con una mezcla de esperanza y desconfianza. Cuando hablé con ella por primera vez, me sorprendió su enfoque. En lugar de pedirme dinero de inmediato o asegurarme que resolvería todos mis problemas, me escuchó. Me hizo preguntas, analizó mi situación y me explicó lo que era posible hacer, pero también lo que estaba fuera de su alcance.

    Mariela me propuso un trabajo espiritual personalizado. Me explicó que no se trataba solo de «recuperar» lo que había perdido, sino de limpiar las energías negativas que arrastraba tras tantas malas experiencias y de ayudarme a encontrar claridad emocional. También me dejó claro que el cambio dependía en gran parte de mí, de mi disposición a trabajar en mí misma.

    El proceso no fue fácil. Al principio, tenía dudas. Después de tantas estafas, me costaba creer que esta vez sería diferente. Pero con el tiempo, empecé a notar cambios. No solo en mi entorno, sino en mi manera de enfrentar las cosas. Me sentía más tranquila, menos desesperada, y por primera vez en mucho tiempo, con esperanza real.

    Mi situación amorosa no se resolvió de la noche a la mañana, pero eso ya no era lo único importante. Gracias a Mariela, entendí que debía sanar mis propias heridas antes de poder construir algo con otra persona. Y, aunque aún estoy en el camino, sé que esta vez estoy avanzando en la dirección correcta.

    Hoy, miro hacia atrás y pienso en todas las veces que me sentí perdida, usada, e incluso tonta por haber confiado en personas equivocadas. Pero también sé que cada una de esas experiencias me llevó a encontrar a Mariela Gauna. Su ayuda no solo marcó la diferencia en mi vida amorosa, sino también en cómo me relaciono conmigo misma. Por primera vez, siento que tengo las herramientas para enfrentar la vida desde un lugar de fuerza y claridad. Y eso, para mí, lo cambia todo.

    #105894
    StBfkfa
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    Sufrí muchas estafas y malas experiencias antes de conocer a Mariela Gauna a través de los foros. Mi búsqueda desesperada por soluciones me llevó a confiar en personas equivocadas que se aprovecharon de mi vulnerabilidad. Prometían milagros, resultados rápidos y cambios imposibles, y yo, atrapada en mi dolor, creí en sus palabras. Pero lo único que gané fueron más decepciones, pérdida de tiempo y dinero, y una sensación cada vez más profunda de desamparo.

    Cuando encontré a Mariela, ya no sabía qué esperar. Al principio, dudé, porque las experiencias previas me habían dejado desconfiada. Sin embargo, lo que leí sobre ella en los testimonios era diferente. No había exageraciones ni promesas irreales, solo personas agradecidas por su honestidad, su profesionalismo y su forma de trabajar. Decidí darle una oportunidad, y desde el primer contacto, entendí por qué tantas personas hablaban de ella con respeto.

    Mariela no solo me ayudó a enfrentar mi situación, sino que también me hizo ver que gran parte de lo que había vivido no era mi culpa, pero sí estaba en mis manos cambiar mi camino. Su enfoque fue claro y directo: no prometía magia instantánea, pero sí un proceso real, basado en el trabajo espiritual y en mi propio compromiso para cambiar y crecer. Fue un alivio saber que estaba en manos de alguien que no jugaba con mis emociones, sino que realmente quería ayudarme.

    Con el tiempo, no solo encontré la paz que buscaba, sino también una claridad que nunca antes había tenido. Aprendí a tomar mejores decisiones, a establecer límites y a recuperar mi confianza en mí misma. No puedo decir que todo en mi vida sea perfecto ahora, porque la vida nunca lo es, pero sí puedo decir que tengo las herramientas para enfrentar cualquier desafío que venga.

    Gracias a Mariela Gauna, no solo superé las malas experiencias del pasado, sino que también encontré un nuevo camino lleno de posibilidades. Mi testimonio es un recordatorio de que, aunque haya personas que solo buscan aprovecharse, también existen profesionales como Mariela que realmente marcan la diferencia. Su ayuda fue una luz en un momento de oscuridad, y por eso, siempre le estaré agradecida.

    #105896
    pmaAMsd
    Miembro

    Soy víctima de malos tratos y, después de años de soportar el dolor en silencio, finalmente encontré el valor para denunciarlo. Fue la decisión más difícil de mi vida, porque, a pesar de todo, sigo amando a mi esposo. La denuncia no fue por venganza ni por odio, sino porque necesitaba protegerme y darme una oportunidad de sanar. Pero ahora, con la orden de alejamiento en vigor, él no quiere saber nada de mí. Dice que lo traicioné, que nunca me perdonará por haberlo denunciado.

    Me siento atrapada en un mar de emociones contradictorias. Por un lado, sé que hice lo correcto al buscar ayuda, al no permitir que el ciclo de violencia continuara. Pero por otro lado, mi corazón no puede soltarlo. Lo extraño, añoro los momentos buenos que tuvimos y sigo soñando con la posibilidad de que podamos encontrar un camino de regreso, uno donde las cosas sean diferentes, donde podamos empezar de nuevo, pero sin el dolor y la violencia.

    He intentado hablar con él, explicarle que mi denuncia no fue un acto de rechazo hacia él, sino un grito de ayuda para salvarnos a ambos. Pero cada intento ha sido en vano. Está lleno de resentimiento, y su orgullo parece ser más fuerte que cualquier amor que pueda quedarle hacia mí. Me siento impotente, como si estuviera perdiendo a la persona que más amo, no por falta de amor, sino por las circunstancias que nos han separado.

    Una amiga cercana me sugirió que contactara a Mariela Gauna, una experta en resolver conflictos de pareja y en trabajar con las emociones más profundas. Aunque estaba llena de dudas, decidí intentarlo. Cuando hablé con Mariela, ella no me juzgó ni me hizo sentir culpable. Me escuchó con paciencia y comprensión, y me explicó que las relaciones marcadas por el maltrato suelen estar llenas de bloqueos emocionales y energéticos que deben ser sanados antes de que pueda haber una verdadera reconciliación.

    Me propuso trabajar en un amarre de amor blanco, enfocado en limpiar las energías negativas que habían contaminado nuestra relación y abrir el camino para una posible reconciliación. Me dejó claro que este tipo de trabajo no manipula las emociones de nadie, sino que ayuda a que ambas partes puedan conectar desde un lugar de amor y sanación. Además, me ayudó a trabajar en mí misma, a fortalecer mi autoestima y a entender que no puedo permitir que el amor sea un motivo para aceptar el daño.

    El proceso fue profundo y revelador. Durante semanas, me centré en sanar mis propias heridas y en recuperar la claridad sobre lo que realmente quería. Poco a poco, él empezó a mostrar señales de cambio. Me llamó una vez, solo para hablar, y aunque al principio la conversación fue fría, sentí que había algo de apertura. Con el tiempo, las conversaciones se hicieron más frecuentes. Me dijo que había estado reflexionando, que entendía por qué lo denuncié, pero que no sabía si podría superar lo que pasó.

    Ahora estamos en un punto incierto, pero lleno de esperanza. Él ha empezado a buscar ayuda para manejar sus propios problemas y a reconocer el daño que me hizo. Yo, por mi parte, sigo trabajando en mi propia recuperación y aprendiendo a poner límites claros para protegerme. No sé si algún día podremos reconstruir nuestra relación por completo, pero estoy segura de que el amor, cuando se acompaña de respeto y compromiso, puede transformar incluso las historias más difíciles.

    Gracias a la guía de Mariela Gauna, encontré el valor para creer que la sanación es posible, tanto para mí como para él. No sé qué nos depara el futuro, pero sé que, pase lo que pase, ahora estoy más fuerte para enfrentarlo. A veces, el amor no basta por sí solo; necesita estar acompañado de cambio, crecimiento y un compromiso genuino de ambas partes.

    #105911
    pS9siQzYNTe
    Miembro

    Él era el amigo de mi hermano. Lo conocí una tarde en casa, cuando mi hermano lo invitó a estudiar para un examen. Aunque al principio apenas nos cruzábamos palabras, con el tiempo empezamos a hablar más cada vez que coincidíamos. Las bromas comenzaron a fluir, y poco a poco las conversaciones se hicieron más largas. Al principio pensé que solo era una amistad casual, pero un día me di cuenta de que lo buscaba con la mirada en cuanto llegaba.

    Fue algo gradual, pero inevitable. Entre risas, miradas y charlas compartidas, terminamos saliendo. Nuestro noviazgo fue natural, lleno de momentos que parecían sacados de una película: paseos por el parque, tardes viendo series y planes para el futuro que parecían tan claros como el agua. Pero como pasa con muchas historias, las cosas comenzaron a complicarse.

    Él estaba pasando por un momento difícil en su vida personal, algo que no me contaba del todo. Yo, por mi parte, tenía inseguridades que empezaron a aparecer en formas sutiles, como pequeñas discusiones sobre cosas que no deberían haber sido importantes. Esas pequeñas grietas se hicieron más grandes, hasta que un día, después de una discusión que empezó por una tontería, él dijo que necesitábamos un tiempo. Fue como si el aire se me escapara del pecho. No quería aceptar que habíamos llegado a ese punto.

    Fue durante ese tiempo que alguien me recomendó a Mariela Gauna, una especialista en relaciones y amarres de amor. Aunque estaba escéptica al principio, decidí contactarla porque no podía dejar de pensar que nuestra historia no debía terminar así. Mariela me escuchó con paciencia y me ayudó a entender que, más allá de intentar recuperarlo, primero tenía que trabajar en mí misma. Hablamos de mis inseguridades, de los errores que había cometido, y me ayudó a realizar un trabajo de limpieza energética y emocional.

    Mariela también realizó un amarre de amor blanco, un trabajo espiritual diseñado para fortalecer los lazos entre nosotros, pero siempre respetando su libre albedrío. Durante ese tiempo, seguí su consejo de mantenerme serena, sin forzar nada, y en lugar de buscarlo, me centré en sanar y reconstruir mi confianza.

    Semanas después, él volvió a buscarme. Fue como si el tiempo que pasamos separados nos hubiera dado la claridad que necesitábamos. Hablamos, aclaramos nuestras emociones y decidimos darnos una segunda oportunidad, pero esta vez con más madurez y compromiso.

    Hoy, nuestra relación es mucho más fuerte. Aprendimos a entendernos, a comunicarnos y a enfrentar las dificultades juntos. Estoy convencida de que sin la guía de Mariela Gauna, no habríamos llegado hasta aquí. Su ayuda no solo nos devolvió el amor, sino que también me enseñó a fortalecerme y a entender que el amor empieza desde adentro.

    #105912
    tYqIIIo5P
    Miembro

    Estoy casado desde hace 10 años con una mujer que, hace unos meses, decidió dejarme por otro. Nunca pensé que algo así pudiera pasarnos. Creía que éramos felices, que la rutina de la vida cotidiana, los niños y el trabajo eran solo etapas normales por las que pasan todas las parejas. Pero, al parecer, para ella era más que eso.

    Todo comenzó a cambiar de manera sutil. Estaba más distante, menos interesada en las cosas que solíamos compartir. Yo, cegado por la confianza, no vi las señales, o quizá no quise verlas. Hasta que un día, después de una discusión menor, me miró y me dijo con una frialdad que nunca había sentido antes: «No estoy enamorada de ti. Quiero irme.» No fue inmediato, pero al poco tiempo me enteré de que había otra persona.

    El dolor era insoportable. Mis hijos me preguntaban por ella, y no sabía qué decirles. Me sentía traicionado, perdido, como si de repente toda mi vida careciera de sentido. Intenté hablar con ella, convencerla de que no tirara todo por la borda, pero parecía que ya había tomado su decisión.

    En mi desesperación, una amiga cercana me sugirió buscar la ayuda de Mariela Gauna, una experta en temas de amor y reconciliación. Admito que al principio fui incrédulo. ¿Cómo podía alguien ayudarme a recuperar a mi esposa cuando ella ya estaba con otro? Pero estaba tan desesperado que decidí intentarlo.

    Cuando contacté a Mariela, me sorprendió su enfoque. No se trataba de manipular ni de forzar nada. Me explicó que, a veces, las relaciones se ven afectadas por energías externas, bloqueos emocionales y malentendidos que necesitan ser limpiados. Me propuso realizar un amarre de amor blanco, enfocado en reconectar nuestras energías de manera positiva y respetar siempre el libre albedrío de ambos. También me enseñó ejercicios para trabajar en mi propia fortaleza emocional, algo que yo había descuidado por completo.

    Durante las semanas siguientes, sentí cambios. Mi mente estaba más tranquila, mis emociones más en equilibrio. Empecé a enfocarme en mis hijos y en reconstruir mi vida, aunque en el fondo seguía deseando que ella volviera. Un día, inesperadamente, ella vino a hablar conmigo. Había terminado su relación con la otra persona y quería sincerarse. Admitió que se había dejado llevar por una ilusión, pero que extrañaba lo que habíamos construido juntos.

    No fue fácil. Hubo muchas conversaciones difíciles, lágrimas y momentos de duda. Pero decidimos intentarlo de nuevo, esta vez desde un lugar de mayor comprensión. Buscamos terapia de pareja, nos comprometimos a comunicarnos mejor y a priorizar nuestra relación.

    Hoy estamos reconstruyendo nuestra vida juntos. Sé que el camino no será sencillo, pero estoy convencido de que valió la pena luchar por nuestra familia. La ayuda de Mariela Gauna fue clave para abrir ese camino de regreso y para recordarme que, a veces, el amor puede renacer incluso en los momentos más oscuros.

    #105915
    6edrlKZu0f9
    Miembro

    Conocí a Mariela Gauna a través de foros donde las personas compartían sus experiencias y opiniones sobre temas esotéricos. Lo curioso es que no fue una recomendación directa lo que me llamó la atención, sino la cantidad de testimonios que hablaban de ella con admiración y gratitud. Los comentarios parecían venir de personas reales, con historias tan complicadas como la mía, y describían a Mariela como alguien que no solo era experta en su campo, sino también humana y comprensiva.

    Lo que más me impactó fue cómo sus clientes destacaban que Mariela no prometía resultados mágicos o soluciones instantáneas, sino que su trabajo estaba basado en un enfoque profundo, respetuoso y, sobre todo, realista. En un mundo lleno de personas que parecen aprovecharse de la desesperación ajena, ella se destacaba por ser honesta, incluso si eso significaba decirte algo que no querías escuchar.

    Yo estaba en un punto de mi vida en el que no veía salida. Mi relación estaba hecha pedazos; el amor que sentía parecía haberse convertido en un arma de doble filo que me hacía tanto daño como felicidad. Había intentado todo para arreglar las cosas, pero parecía que cuanto más luchaba, más nos alejábamos. Después de leer decenas de testimonios sobre cómo Mariela había ayudado a otras personas a recuperar el equilibrio en sus vidas y relaciones, decidí contactarla.

    Desde el primer momento, su profesionalismo me sorprendió. Me escuchó con paciencia mientras le contaba mi historia, mis miedos y mis deseos. No me juzgó ni me ofreció falsas esperanzas. En lugar de eso, analizó mi situación y me explicó qué era posible y qué no. Me propuso un trabajo espiritual personalizado, enfocado en limpiar las energías negativas que estaban afectando mi relación y mi estado emocional.

    Lo que me impresionó fue cómo Mariela no se limitó a trabajar en el aspecto esotérico, sino que también me dio herramientas prácticas para mejorar mi propia vida. Me enseñó a enfrentar mis emociones de manera más equilibrada, a fortalecer mi autoestima y a comunicarme desde un lugar de claridad y respeto. Me hizo entender que, aunque el trabajo espiritual puede abrir caminos, el cambio real comienza en nosotros mismos.

    Con el tiempo, empecé a notar cambios. Las cosas no se resolvieron de la noche a la mañana, pero había una nueva calma en mí que antes no existía. La relación que intentaba salvar también comenzó a transformarse, no tanto porque la otra persona cambiara, sino porque yo había aprendido a manejarla de una manera diferente.

    Hoy, sigo agradecida por haber encontrado a Mariela Gauna. Aunque mi historia no tiene un final perfecto —porque la vida nunca lo es—, sí me siento en paz. Aprendí que no todo se puede controlar, pero que siempre tenemos el poder de elegir cómo enfrentar las situaciones. Gracias a ella, entendí que el verdadero trabajo no es solo recuperar algo que creíamos perdido, sino también reencontrarnos con nuestra propia fuerza y capacidad de amar, incluso cuando todo parece estar en contra.

    #105919
    hUQqACipQuSJ
    Miembro

    Había llegado a un punto en el que no sabía qué más hacer. Después de tantas promesas rotas y soluciones fallidas, me encontraba agotada, tanto emocional como económicamente. Todo comenzó con la idea de arreglar mi vida, de solucionar los problemas que me atormentaban, pero terminé cayendo en manos de personas que solo se aprovecharon de mi desesperación. Cada consulta, cada ritual, y cada «garantía» que me ofrecían resultó ser una mentira más.

    Un día, mientras revisaba foros buscando respuestas, tropecé con un hilo donde muchas personas mencionaban a Mariela Gauna. No eran las típicas historias infladas de promesas de amor eterno o resultados mágicos. Eran relatos sinceros, en los que hablaban de cómo ella había cambiado su manera de enfrentar la vida, les había dado claridad y las había ayudado a recuperar el control de sus emociones. Algo en esos testimonios me hizo detenerme, aunque mi confianza estaba prácticamente destruida.

    Después de leer durante horas, decidí contactarla. Para mi sorpresa, desde el primer momento todo fue distinto. Mariela no trató de impresionarme con palabras vacías ni me ofreció garantías imposibles. Me pidió que le contara mi situación, escuchó cada detalle y, con mucha calma, me explicó qué podíamos trabajar juntas y qué resultados podía esperar. Fue honesta sobre lo que requeriría tiempo y esfuerzo, y esa sinceridad me dio un poco de la confianza que creía haber perdido para siempre.

    El proceso fue transformador, pero también desafiante. No era solo un trabajo espiritual; también implicaba mirar dentro de mí, enfrentar mis propios errores y aprender a cambiar mis patrones emocionales. Mariela no me dejó sola en ningún momento, siempre estuvo allí para guiarme y darme las herramientas necesarias para avanzar.

    Hoy, mi vida no es perfecta, pero sí mucho más clara. Aprendí a identificar lo que realmente quiero y a soltar aquello que no puedo controlar. Encontré una fortaleza en mí que no sabía que tenía, y por eso siempre estaré agradecida a Mariela. No solo me ayudó a salir del agujero en el que me encontraba, sino que me mostró que incluso después de tantas decepciones, siempre es posible empezar de nuevo.

    #105937
    8WewFSGRz0t
    Miembro

    Convivo con mi pareja desde hace dos años. Al principio todo era hermoso, lleno de complicidad, risas y planes para el futuro. Pero, con el tiempo, algo empezó a cambiar. Hace seis meses que nuestras discusiones se han vuelto constantes. Siento que pasa más tiempo en la casa de su amigo, que también es su compañero de trabajo, que conmigo. Eso me ha generado inseguridad y frustración. He intentado hablar con él, pero mi forma de expresar mi malestar ha terminado en dramas y discusiones que solo han empeorado las cosas.

    Él me ha dicho muchas veces que se siente agobiado por mi comportamiento, pero no puedo evitar sentirme herida por su indiferencia. Finalmente, la situación llegó a un punto crítico: decidió dejarme y se fue a vivir con su amigo. Ahora solo viene a casa para tomar un baño, evita hablarme y, por supuesto, ya no dormimos juntos. Me siento devastada, como si nuestra relación, esa que construimos con tanto amor, se estuviera desmoronando frente a mis ojos.

    En medio de mi desesperación, una amiga me habló de Mariela Gauna, una experta en solucionar problemas de pareja y en restaurar relaciones desgastadas. Dudé en contactarla, porque sentía que tal vez ya no había esperanza, pero mi amor por él y mi deseo de recuperar lo que teníamos me llevaron a intentarlo.

    Cuando hablé con Mariela, su empatía y comprensión me hicieron sentir aliviada. Me explicó que, a menudo, las relaciones pasan por ciclos de desgaste donde el estrés, la rutina y las emociones negativas se acumulan, creando un muro entre ambos. Me propuso trabajar en un amarre de amor blanco, diseñado no para manipular, sino para limpiar las energías negativas que estaban afectando nuestra relación y abrir un espacio para la reconciliación. También me ayudó a reflexionar sobre mis propias emociones, mis reacciones y cómo podía fortalecerme emocionalmente para enfrentar esta situación.

    El proceso fue profundo. No solo me ayudó a canalizar mi amor y mi deseo de recuperar la relación de manera positiva, sino también a entender que los dramas y las discusiones eran una expresión de mi propia inseguridad, algo que debía trabajar. Mariela me enseñó ejercicios de introspección y me guió en cómo comunicarme desde un lugar de calma y respeto.

    Con el tiempo, noté pequeños cambios. Él comenzó a quedarse un poco más de tiempo en casa cuando venía, y aunque al principio no hablábamos mucho, su actitud era menos distante. Empecé a enfocarme en mí misma, dejando de presionarlo, y eso pareció marcar una diferencia. Un día, después de varios intentos fallidos de hablar, él se abrió. Me dijo que, aunque se había sentido agobiado, aún tenía sentimientos por mí, pero que necesitaba tiempo para sanar y reconstruir la confianza.

    Hoy estamos trabajando juntos para recuperar nuestra relación. Es un proceso lento, pero estoy segura de que, con esfuerzo y compromiso mutuo, podemos volver a ser esa pareja que alguna vez fuimos. La guía de Mariela Gauna fue clave para encontrar claridad y abrir un camino hacia la reconciliación. Entendí que el amor no solo se trata de querer a alguien, sino también de aprender a manejar las dificultades con paciencia, respeto y crecimiento personal.

    #105952
    Ai9G5hM
    Miembro

    Hace un año que estoy con mi jefe. Todo empezó de forma inesperada. Pasábamos mucho tiempo juntos debido al trabajo, y poco a poco empezaron a surgir sentimientos que ni él ni yo pudimos ignorar. Fue como si estuviéramos destinados a encontrarnos, pero en el momento equivocado. Desde el principio sabía que estaba casado, pero también me aseguraba constantemente que no amaba a su esposa, que su matrimonio era solo una fachada, algo que mantenía por costumbre y por no complicar su vida.

    Al principio, creí en sus palabras. Me decía que yo era su verdadero amor, que conmigo podía ser quien realmente era. Esos momentos a solas, las risas, las miradas furtivas en la oficina y las promesas de un futuro juntos me hicieron caer perdidamente enamorada de él. Pero con el tiempo, la realidad empezó a golpearme. Aunque decía no amar a su esposa, nunca tomaba una decisión concreta para dejarla. Más bien, parecía vivir en dos mundos: uno conmigo, lleno de pasión y promesas, y otro con ella, marcado por la rutina, pero al que siempre regresaba.

    Cada vez que parecía que estaba dispuesto a enfrentar la verdad y elegir, daba un paso atrás. Usaba excusas: «Es complicado», «No quiero hacerle daño», «Necesito más tiempo». Pero mientras tanto, el daño ya estaba hecho. Estaba haciendo sufrir a dos mujeres al mismo tiempo, y yo me encontraba atrapada en un círculo vicioso de amor, esperanza y desilusión.

    Desesperada y con el corazón roto, una amiga me habló de Mariela Gauna. Me dijo que ella había ayudado a muchas personas en situaciones similares, ofreciéndoles claridad y soluciones para salir del dolor y encontrar su camino. Al principio dudé, pero mi necesidad de entender qué hacer era más fuerte que mi escepticismo.

    Cuando hablé con Mariela, su enfoque me sorprendió. No se trataba de manipular ni de forzar a nadie a tomar una decisión, sino de trabajar en las energías que rodeaban la situación y en mi propia fortaleza emocional. Me explicó que este tipo de relaciones a menudo están marcadas por bloqueos, miedos y conflictos internos que deben ser sanados antes de que alguien pueda tomar decisiones claras.

    Me propuso realizar un amarre de amor blanco, diseñado no para forzarlo, sino para armonizar nuestras energías y ayudarlo a enfrentar sus propios sentimientos y miedos. Al mismo tiempo, trabajamos en mí, en liberar el dolor y la dependencia emocional que me tenían atrapada en esta situación.

    Durante las semanas siguientes, algo comenzó a cambiar. Empecé a sentirme más tranquila, más clara sobre lo que merecía y lo que estaba dispuesta a aceptar. Él, por su parte, empezó a mostrar más claridad y sinceridad en nuestras conversaciones. Admitió que estaba lidiando con sus propios miedos y contradicciones, pero también reconoció que no podía seguir haciéndome daño ni viviendo una doble vida.

    Aunque todavía no ha tomado todas las decisiones que necesita para cambiar su vida, yo he aprendido a priorizarme. Con la guía de Mariela Gauna, entendí que no puedo cargar con el peso de sus elecciones ni permitir que su indecisión siga afectándome. Hoy me siento más fuerte y preparada para lo que venga, ya sea con él o sin él, porque sé que merezco un amor pleno y verdadero.

    A veces, el amor no es suficiente si no viene acompañado de valentía y compromiso, y aprender eso fue el paso más importante para mi sanación.

    #105975
    RmKSiVFagS7
    Miembro

    Tengo una orden de alejamiento de mi exmarido porque, lo admito, lo acosé un poco. No fue algo planeado ni malintencionado; simplemente no podía aceptar que nuestra relación hubiera terminado. Lo amaba, lo amo, con toda mi alma. Y en mi desesperación por recuperarlo, por mostrarle cuánto significaba para mí, crucé límites que no debía. Mi amor se transformó en una obsesión que, sin darme cuenta, lo alejó aún más.

    Cuando llegó la orden de alejamiento, sentí que el mundo se derrumbaba. Era como si una barrera invisible y dolorosa me separara de él. Pero en lugar de rendirme, decidí que quería luchar por él, por nosotros. No con insistencias ni errores del pasado, sino de una manera diferente, desde un lugar de amor y respeto. Sabía que si había alguna esperanza, tendría que cambiar mi enfoque, sanar mis propias heridas y demostrarle que nuestro amor merecía una segunda oportunidad.

    En mi búsqueda de respuestas y ayuda, escuché hablar de Mariela Gauna, una experta en temas de amor y reconciliación. Dudé al principio, porque no sabía si mi situación tenía arreglo. Pero mi amor por él me dio el valor para intentarlo. Cuando hablé con Mariela, ella me escuchó sin juzgarme, con una empatía que me hizo sentir comprendida por primera vez en mucho tiempo.

    Mariela me explicó que mi comportamiento, aunque nacido del amor, estaba siendo impulsado por inseguridades y un apego que necesitaba ser sanado. Me propuso trabajar en un amarre de amor blanco, un trabajo espiritual diseñado para armonizar las energías entre nosotros y abrir un camino para la reconciliación. Este proceso no era sobre manipularlo, sino sobre ayudarme a sanar, a recuperar mi equilibrio emocional y a liberar las energías negativas que nos habían separado.

    El proceso no fue fácil. Tuve que enfrentarme a mis propias emociones, a la culpa, al miedo de perderlo para siempre, y aprender a canalizar mi amor de una manera saludable. También trabajé en respetar los límites que él había puesto, dándome cuenta de que, si realmente quería luchar por él, debía demostrarle que podía confiar en mí nuevamente.

    Con el tiempo, las cosas empezaron a cambiar. Aunque todavía no hablábamos directamente, su actitud hacia mí comenzó a suavizarse. Enviaba mensajes a través de amigos, preguntando cómo estaba, mostrando pequeñas señales de interés. Sentí que las barreras que nos separaban comenzaban a desmoronarse.

    Un día, inesperadamente, recibí un mensaje suyo. Fue breve, pero lleno de significado: «Quiero hablar contigo.» Ese primer encuentro fue difícil, lleno de emociones contenidas y palabras que necesitaban ser dichas. Hablamos de lo que pasó, de cómo lo hice sentir, y también de cómo me sentía yo. Fue un inicio, no una solución inmediata, pero fue el primer paso hacia algo nuevo.

    Ahora, estamos en un camino lento y cuidadoso de reconstrucción. No sé si volveremos a ser lo que fuimos, pero estoy agradecida por la oportunidad de intentarlo, esta vez desde un lugar de respeto y amor verdadero. La guía de Mariela Gauna no solo me ayudó a reconectar con él, sino también a encontrarme a mí misma en el proceso. A veces, el amor necesita espacio para respirar, y luchar por alguien significa, primero, aprender a respetar los límites y a sanar desde dentro.

    #105988
    7sQrBx0M
    Miembro

    Conocí a mi pareja cuando tenía 15 años. Hoy tengo 20, y aunque mucha gente pueda pensar que soy demasiado joven, nuestra relación ha sido un huracán de emociones que marcó mi vida. A pesar del amor que compartimos, siempre hubo conflictos. Sus celos y su manera de controlarlo todo me hacían sentir atrapada, pero también entendía que sus inseguridades venían de un lugar de miedo y necesidad. Eso no lo justificaba, pero tampoco lo hacía fácil de ignorar.

    Cuando me dejó esta última vez, diciendo que no podía seguir conmigo porque yo lo había traicionado —aunque nunca llegué a hacerlo físicamente—, me sentí vacía. Estaba rota, pero también consciente de que algo en nuestra relación había estado mal desde el principio. Aun así, no podía dejar de amarlo ni imaginar mi vida sin él. No quería rendirme.

    Recurrí a Mariela Gauna como un último intento de entender lo que sentía y si había algo que pudiera hacer. Mariela me ayudó a mirar más allá de las emociones inmediatas. Me explicó que, aunque el amor puede ser poderoso, no siempre puede reparar por sí solo las heridas que las personas traen consigo. Propuso un trabajo espiritual enfocado no solo en tratar de reconectar nuestras energías, sino también en ayudarme a trabajar en mi autoestima y en cómo enfrentar mis propios patrones emocionales.

    Con el tiempo, empecé a sentirme más fuerte. Él también empezó a acercarse poco a poco, pero no con las grandes promesas de reconciliación que había imaginado. Seguimos hablando, a veces con ternura, otras con reproches. No es un regreso triunfal ni una historia de redención. A veces siento que estamos en un limbo, intentando averiguar si realmente podemos darnos otra oportunidad o si solo estamos aferrándonos al pasado.

    La realidad es que no sé cómo terminará esto. Lo amo, y una parte de mí siempre lo hará, pero también estoy empezando a entender que quizás el amor no es suficiente si no viene acompañado de un cambio real. Por ahora, seguimos en contacto, intentando descubrir si podemos encontrar un camino en común o si debemos dejarlo ir de una vez. Y aunque duele, estoy aprendiendo que no siempre hay finales claros, y que, a veces, el amor puede ser un viaje lleno de giros inesperados.

    #105992
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    Estuve con una mujer casada durante tres años. Desde el principio, sabía que nuestra relación no era sencilla, pero la amaba profundamente. Ella me decía que no podía ofrecerme nada serio porque estaba casada, que no era el momento ni la situación adecuada para nosotros. Sin embargo, continuamos juntos, compartiendo momentos intensos y llenos de complicidad que me hacían sentir que, pese a todo, había algo real entre nosotros.

    Con el tiempo, ella decidió divorciarse. Cuando me lo dijo, pensé que finalmente teníamos una oportunidad para construir algo juntos, para dejar atrás el secreto y la incertidumbre. Pero me sorprendió cuando dejó claro que, incluso después de su divorcio, no quería tener una relación seria conmigo. «No estoy lista para eso», decía, y aunque esas palabras dolían, seguía esperanzado, creyendo que con el tiempo cambiaría de opinión.

    De repente, tomó otra decisión inesperada: se fue del país durante seis meses. Fue un golpe duro, pero no quise perder la esperanza. Pensé que ese tiempo le daría claridad, que cuando volviera finalmente vería lo que yo veía: que estábamos destinados a estar juntos. La esperé con paciencia, ansioso por su regreso, imaginando un futuro en el que pudiéramos construir algo sólido.

    Cuando regresó, reuní el valor para hablar con ella, para pedirle que nos comprometiéramos de verdad. Pero su respuesta fue un balde de agua fría. Seguía negándose, negando que me amaba o que pudiera haber algo serio entre nosotros. Fue como si todo lo que habíamos vivido juntos no significara nada para ella. Me sentí destrozado, atrapado entre mi amor por ella y la realidad de que quizás nunca sería correspondido de la manera que yo necesitaba.

    En mi desesperación, buscando claridad y ayuda, una amiga me sugirió contactar a Mariela Gauna, una experta en relaciones y amarres de amor. Aunque estaba escéptico al principio, sentí que no tenía nada que perder. Cuando hablé con Mariela, su enfoque me sorprendió. No prometía resultados mágicos, sino un trabajo espiritual y emocional para entender la situación y tomar el control de mis emociones.

    Mariela me explicó que, a veces, las personas están tan atrapadas en sus propios miedos y bloqueos emocionales que no pueden ver lo que tienen frente a ellas. Me propuso un amarre de amor blanco, diseñado para armonizar nuestras energías y ayudar a desbloquear las barreras emocionales que la mantenían alejada. Al mismo tiempo, trabajamos en mi autoestima, ayudándome a encontrar la paz y la fortaleza para enfrentar la situación, fuera cual fuera el resultado.

    Con el tiempo, algo cambió. Ella empezó a mostrarse más abierta, más dispuesta a hablar de lo que sentía, aunque seguía siendo evasiva sobre un compromiso. Pero yo también cambié. Entendí que, aunque la amaba, no podía seguir perdiéndome a mí mismo esperando algo que quizás nunca llegara.

    Hoy, estoy en un lugar más claro. Sigo amándola, pero también sé que merezco un amor que sea pleno, correspondido y sin excusas. Gracias a la guía de Mariela Gauna, encontré la fuerza para priorizarme y dejar de vivir en una relación unilateral. A veces, amar significa también saber soltar, aunque duela, y encontrar paz en el hecho de haber dado todo lo que tenías.

    #105995
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    Todo comenzó en una tarde cualquiera, cuando menos lo esperaba. Había ido a una cafetería que frecuentaba para trabajar tranquila, pero aquel día fue diferente. Él estaba sentado al otro lado del salón, con un libro entre las manos y una expresión tan absorta que no pude evitar mirarlo. Fue como si el destino me guiara hasta él. Nuestras miradas se cruzaron, y cuando me sonrió, algo dentro de mí se movió. Más tarde comprendería que no era una simple coincidencia, sino que nuestras almas estaban predestinadas a encontrarse.

    Al principio, nuestra relación fue mágica. Todo fluía con una conexión tan natural que parecía que el universo nos había puesto en el camino correcto. Sin embargo, como sucede en muchas historias de amor, los problemas comenzaron a surgir. Él llevaba consigo las cicatrices de un pasado complicado, lleno de decepciones y desconfianza, mientras que yo enfrentaba inseguridades que parecían sabotear nuestra relación. Poco a poco, las discusiones se volvieron frecuentes y las palabras hirientes se apoderaron de nosotros.

    Una noche, después de una discusión especialmente dolorosa, decidimos tomar un tiempo. Fue como si mi mundo se detuviera. Me sentía perdida, como si todo aquello que habíamos construido se estuviera desmoronando. Desesperada y sin saber qué hacer, recordé haber leído sobre Mariela Gauna, una experta en amarres de amor y solución de problemas de pareja. Aunque tenía dudas, algo en mi corazón me decía que debía buscar su ayuda.

    Cuando contacté a Mariela, su empatía y profesionalismo me hicieron sentir en confianza desde el primer momento. Le expliqué mi situación, el amor que sentía por él y el dolor de verlo alejarse. Mariela me escuchó con atención y me explicó que, a veces, las relaciones enfrentan bloqueos energéticos o emocionales que necesitan ser sanados. Me propuso trabajar en un amarre de amor blanco, un ritual enfocado en fortalecer los lazos emocionales y atraer la reconciliación desde un lugar de respeto mutuo y armonía.

    El proceso fue profundo. Mariela realizó un análisis energético de nuestra relación y me guió a través de una limpieza emocional que me ayudó a soltar el resentimiento y la culpa que me atormentaban. Con su experiencia, también me enseñó a fortalecer mi autoestima y a recuperar mi equilibrio interior, recordándome que el amor hacia los demás comienza con el amor propio.

    Poco tiempo después, como si el universo hubiera escuchado mis plegarias, nos encontramos nuevamente. Fue un encuentro inesperado, pero lleno de emoción. Hablar con él fue diferente esta vez: ambos habíamos reflexionado sobre nuestros errores y estábamos dispuestos a intentarlo de nuevo, con más madurez y compromiso. Sentí que algo había cambiado, como si las barreras que nos separaban hubieran desaparecido.

    Hoy, nuestra relación es más sólida que nunca. Aprendimos a comunicarnos mejor, a valorar lo que tenemos y a enfrentar los desafíos como un equipo. Estoy convencida de que sin la ayuda de Mariela Gauna no habríamos encontrado el camino de regreso el uno hacia el otro. Su sabiduría y apoyo no solo me ayudaron a recuperar a la persona que amo, sino también a convertirme en una mejor versión de mí misma. A veces, el amor necesita un pequeño empujón del universo y de manos expertas como las de Mariela para florecer de nuevo.

    #106018
    7F3qglvHYQZ
    Miembro

    Conocí a un chico en Tinder, algo que al principio me pareció casual, como esas conversaciones que a menudo no llevan a nada. Pero con él fue diferente. Desde el primer mensaje, hubo una conexión que no podía ignorar. Empezamos a hablar cada día, compartiendo nuestros sueños, nuestras historias, e incluso esas tonterías que solo se cuentan cuando te sientes cómodo con alguien. Cuando finalmente nos vimos en persona, fue como si el mundo se detuviera. Nos miramos y todo lo que habíamos sentido en esas conversaciones cobró vida.

    Salimos algunas veces, no muchas, pero cada momento parecía mágico. Hablábamos de todo: de nuestras familias, de lo que queríamos para el futuro, e incluso empezamos a imaginar cómo sería construir algo juntos. Todo parecía perfecto. Él me decía que nunca había sentido algo así, que conmigo veía un futuro. Y yo, aunque siempre me había protegido de enamorarme tan rápido, me dejé llevar. Me enamoré perdidamente de él, y él parecía sentir lo mismo.

    Pero entonces, de repente, todo cambió. Pasó de hacerme sentir como la persona más especial del mundo a ser distante, frío, casi irreconocible. Hasta que un día, sin previo aviso, me dejó. Dijo que no estaba listo, que todo había ido demasiado rápido, que tenía miedo. Sus palabras me dejaron en pedazos. ¿Cómo podía alguien que hablaba de un futuro conmigo simplemente desaparecer? Me quedé atrapada en un torbellino de preguntas sin respuesta, tratando de entender qué había hecho mal.

    En mi desesperación, una amiga me habló de Mariela Gauna, conocida por su experiencia en amarres de amor y en ayudar a personas con rupturas dolorosas. Al principio dudé, porque parte de mí pensaba que debía aceptar lo que había pasado y seguir adelante. Pero la otra parte, la que aún lo amaba profundamente, necesitaba intentar algo más.

    Cuando contacté a Mariela, me sorprendió su enfoque. No se trataba solo de reconquistarlo, sino de entender lo que había pasado y de trabajar en mi propia energía. Me explicó que, a veces, las personas se asustan cuando sienten algo tan intenso y real, especialmente si llevan heridas o bloqueos emocionales del pasado. Me propuso realizar un amarre de amor blanco, un ritual que no fuerza, sino que armoniza las energías y abre el camino para que el amor fluya de manera natural.

    Además, me ayudó a trabajar en mí misma, a sanar las inseguridades que la ruptura había despertado y a recuperar mi confianza. Fue un proceso sanador que me permitió encontrar paz, incluso en medio del dolor.

    Semanas después, cuando ya empezaba a aceptar que debía seguir adelante, me escribió. Me dijo que había estado reflexionando, que había huido porque no sabía cómo manejar lo que sentía, pero que ahora estaba seguro de lo que quería: estar conmigo. Al principio fui cautelosa, pero nuestras conversaciones fueron diferentes esta vez, más maduras, más honestas. Decidimos darnos otra oportunidad, pero esta vez con el compromiso de construir algo sólido y real.

    Hoy estamos juntos, enfrentando los retos que trae cualquier relación, pero con la certeza de que lo que sentimos es genuino. No sé si habría sido posible sin la ayuda de Mariela Gauna, quien no solo me ayudó a recuperar a la persona que amo, sino también a encontrarme a mí misma en el proceso. A veces, el amor necesita un pequeño empujón del universo para encontrar su camino.

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